Especialidades - Tiroides - Cirugía de la Glándula Tiroides
La cirugía de la glándula tiroides es delicada como todo tipo de cirugía, pero en este caso lo es especialmente por la situación de la glándula que se halla en el cuello rodeada de estructuras importantes como la tráquea, esófago, arterias carótidas, venas yugulares, nervios, glándulas paratiroides etc. La ventaja es que en el cuello hay poco acúmulo de grasa, lo que facilita la identificación de todas estas estructuras. Es mandatario que este tipo de cirugía la realicen cirujanos expertos en el tema y en centros de referencia.
La cirugía tiroidea, a pesar de su complejidad, suele ser poco agresiva y muy bien tolerada por el paciente. Es poco dolorosa y permite iniciar la dieta oral líquida y deambulación a las pocas horas de finalizada la intervención. El paciente puede hablar normalmente el mismo día de la intervención. La estancia en el centro es de dos a tres días.
Tiroidectomía
La Tiroidectomía (extirpación de la glándula tiroides) puede ser total (de ambos lóbulos) o parcial (hemitiroidectomía, el lóbulo enfermo).
En ocasiones deben extirparse también los ganglios linfáticos. Estas intervenciones se realizan bajo anestesia general, suelen durar de una a tres horas y después de la intervención, el paciente debe permanecer internado para que se controle especialmente su respiración (ventilación), pues un sangrado brusco al toser o vomitar podría comprometer la vía respiratoria.
Los pacientes a los que se les extirpa toda la glándula tiroides deben recibir tratamiento substitutivo con hormona tiroidea. Este tratamiento consiste en la administración de un comprimido diario de levotiroxina. Es fácil de controlar y no debe producir ningún efecto dañino ni ningún cambio en el metabolismo del paciente, por tanto no tiene porqué aumentar de peso como consecuencia de la tiroidectomía. Este tratamiento y control lo realiza el endocrinólogo del paciente.
Complicaciones
Las complicaciones de la cirugía tiroidea son poco frecuentes en manos experimentadas, pero como en cualquier tipo de cirugía existen y deben tomarse las medidas necesarias para tratar de evitarlas.
Las más frecuentes son:
- Hipoparatiroidismo. Las glándulas paratiroides son cuatro pequeñas glándulas del tamaño de una lenteja, que fabrican parathormona (PTH), una sustancia que regula el metabolismo del calcio. Durante una tiroidectomía total estas glándulas deben ser identificadas y preservadas. Se hallan adheridas a la cápsula del tiroides. Al extirparlo hay que separarlas de la cápsula, por lo que ocasionalmente quedan desvitalizadas (mala irrigación sanguínea) y por tanto funcionan mal transitoriamente. Este hipoparatiroidismo debido a la menor producción de parathormona provoca una disminución del calcio en sangre que hay que corregir. La hipocalcemia transitoria es relativamente frecuente y se corrige espontáneamente con la ayuda temporaria de comprimidos de calcio por vía oral. Sólo un 1% de los pacientes tiroidectomizados presentan hipoparatiroidismo permanente.
- Otra complicación importante y también muy infrecuente (<1%) es la afonía por lesión del nervio recurrente. Los nervios recurrentes son dos nervios que inervan las cuerdas vocales y pasan justo por detrás de los lóbulos tiroideos. En toda intervención sobre el tiroides deben identificarse y preservarse. Un cáncer de tiroides al crecer e invadir puede afectar al nervio recurrente y provocar afonía.
- El sangrado postoperatorio (hemorragia) puede producirse como en cualquier herida quirúrgica. Como hemos mencionado el paciente después de la intervención es controlado en la sala de internación si se produce una hemorragia se resuelve inmediatamente sin mayores consecuencias.
- La infección de la herida es rarísima por tratarse de cirugía limpia.
La mortalidad operatoria en la cirugía tiroidea es bajísima, de hecho es menor que en la cirugía de la apendicitis y debería ser como consecuencia de alguna enfermedad de base del paciente. En nuestra amplia experiencia con la cirugía Tiroidea tenemos una mortalidad cero